Ajenjo, la bebida del Hada Verde

Si ustedes vieron la película de Moulin Rouge, habrán notado que cuando Christian, el personaje interpretado por Ewan McGregor, es contratado como escritor, celebra junto a sus amigos, los bohemios. Notaron, espero, la bebida de color verde casi fosforecente servida por Toulouse Lautrec, interpretado por Jhon Leguizamo, esa con la que empiezan a alucinar e incluso ven salir de la etiqueta de la botella al Hada Verde, un verde del mismo color que la bebida. Ésta se llama, pues, el ajenjo o absenta.
Esta bebida tiene un muy alto contenido alcohólico, unos 89.9º y también se caracteriza por tener un sabor muy dulce, como el del licor de anís. Se le llamaba el Hada verde por el color, y se hizo más famosa en Francia, donde los artistas y escritores bohemios la consumieron hasta su prohibición a comienzos del siglo XX.

Lo curioso de esta bebida es que se le atribuye la característica de ser alucinógeno, si se toma en grandes cantidades. Algo así como lo hicieron los franceses en el año de 1910, cuando consumieron 36 millones de litros en ese año. Vaya que tenían sed! Con el tiempo, el ajenjo se fue prohibiendo, debido no solo a las alucinaciones, sino también a posibles fallos renales. Ahora, está prohibida en los Estados Unidos y en Francia sólo se vende las cosechas recientes, debido a que se puede regular el grado del alcohol; sin embargo, como en todo rincón de la Tierra, hay esos huecos, donde se venden las cosechas del 1900. Las de ese siglo, son las bebidas que podían contener hasta con cobre, zinc o índigo para la coloración y adulteración; además se usaba el cloruro de antimonio, uno de las razones del dopaje al beberla y causante de las supuestas alucinaciones y estados psicóticos.
Conozco a un amigo que jura haberla probado en la ciudad de Praga, donde hasta ahora es legal esta bebida. Contaba que la primera copa le sabía a limonada, y como a él le encanta, pues se pidió más. Luego de 9 copas, ya no podía ver por donde iba y las luces de los candelabros se hacían muy, pero muy grandes y brillosas, "casi como el mismo sol!" decía. A la mañana siguiente le contaron todo lo que pasó, porque no se acordaba de nada; después él sólo respondió: "Al menos se saca algo bueno de esto" -"¿Qué?"- le preguntó su primo, amigo mío también, "... que el absenthe no deja mal aliento para nada..."