La otra noche pasó algo fatal: el control remoto dejó de funcionar. Y no eran las pilas, era el control. Por más que apretara los malditos botones, no pasaba nada.

Así que no tuve más remedio que pararme a cambiar el canal en el mismo televisor, el cual, por cierto, se encuentra en un rack en la pared. Fue en ese momento cuando me di cuenta de un problema pequeñito pequeñito...
... yo!